El Castillo de Mora es un testigo silencioso de la historia, un lugar donde cada piedra cuenta un relato que se ha forjado a lo largo de los siglos. Su existencia se remonta al año 1198, cuando el rey Pedro I de Aragón lo donó a Pedro Ladrón, marcando el inicio de una fortificación que, aunque en sus orígenes era menos compacta que la estructura actual, ya estaba protegida por un foso que, lamentablemente, hoy solo se puede apreciar en la parte de la fachada norte.
Orígenes y Transformaciones
A lo largo de su historia, el castillo ha tenido varios dueños y ha experimentado múltiples transformaciones. A raíz de la Guerra de los Dos Pedros, el señorío de Mora pasó a manos de los Fernández de Heredia, una de las familias más influyentes del reino. Fue durante este período cuando se llevó a cabo la construcción del actual castillo, diseñado no solo como fortificación, sino también como residencia y centro neurálgico de sus posesiones.
Vida Monástica y Militar
El castillo no solo fue un baluarte militar; entre 1614 y 1835, albergó un convento franciscano, convirtiéndose en un lugar de vida espiritual y comunitaria. Sin embargo, su historia no se limitó a la paz y la oración. Tras el período monástico, el edificio fue transformado en cárcel y cuartel militar, lo que marcó el inicio de un proceso de deterioro que, con el tiempo, se acentuó.
Los estragos de la Guerra Civil Española dejaron huellas imborrables en la fortaleza, con impactos de bala que aún son visibles en sus muros. Este legado bélico, aunque triste, añade una capa de historia que enriquece la narrativa del castillo.
Abandono y Estado Actual
Después de servir como Cuartel de la Guardia Civil, el Castillo de Mora cayó en el abandono, un destino que contrasta con su majestuosa historia. A pesar de su estado deteriorado, sigue siendo un lugar de interés histórico, donde los visitantes pueden reflexionar sobre su rica herencia y su papel en la defensa y la vida social de la región.
Un Patrimonio por Descubrir
Visitar el Castillo de Mora es una invitación a viajar en el tiempo, a imaginar las batallas que una vez se libraron en sus muros y a sentir la presencia de aquellos que habitaron este imponente edificio. Aunque hoy se encuentra en ruinas, el castillo sigue siendo un símbolo de fortaleza y resiliencia, recordando a todos la importancia de preservar y valorar nuestro patrimonio histórico.
Así que, si te encuentras en la región, no dudes en acercarte a este castillo y dejarte llevar por su historia; cada rincón cuenta una historia que merece ser escuchada.